octubre 14, 2010

Para Ponerse a Pensar

La fe es un don destinado a crecer en el corazón de los creyentes. La adhesión a Jesucristo, en efecto, da origen a un proceso de conversión permanente que dura toda la vida. Quien accede a la fe es como un niño recién nacido que, poco a poco, crecerá y ser convertirá en un ser adulto, que tiende al "estado de hombre perfecto" (Efesios 4,3), a la madurez de la plenitud de Cristo.