marzo 03, 2010

Tercer Domingo de Cuaresma

El siguiente es el texto de reflexión ofrecido por Quest en Español, el libro de reflexión para pequeñas comunidades cristianas. Si desea obtener más información respecto a este recurso, visite este sitio web.


La decisión de Moisés de darle una segunda mirada al arbusto ardiente hizo que comenzara su vida totalmente de nuevo.  Pasó de ser un pastor del rebaño de su suegro a ser pastor del pueblo elegido de Dios, un instrumento de libertad para los que vivían en esclavitud.  Moisés se iba a convertir en los pies del Salvador, guiando a los israelistas a la tierra de leche y miel.  ¡Vaya los zapatos que se iba a poner!  ¡Inmensa responsabilidad de liderazgo!  Moisés también se convertirá en mediador entre el pueblo elegido y Dios, y tendrá que lidiar con sus regaños, idolatrías y pecado.  ¿Qué tan paciente puede ser Dios?

En nuestra segunda lectura, Pablo advierte a los Corintios (y a nosotros también) no seguir el ejemplo del pecado de los israelitas.  La esclavitud puede tomar muchas formas, y el pecado puede ser una de ellas.  Pablo llama la atención de sus lectores a una vida más santa de pensar y de vivir.  Les advierte que no hay que sentirse muy seguros en una vida que es menos que perfecta.  ¿Qué tan paciente puede ser Dios?

En el Evangelio, el dueño del viñedo considera rearreglar su propiedad deshaciéndose de la higuera infértil.  ¿Por qué agotar el suelo con algo que no produce fruto?  El viñador trata de hacerlo cambiar de opinión diciéndole que él mismo se encargará de la higuera y la hará dar fruto, que es en el fondo lo que un árbol debe hacer.  El texto nos da la impresión de que el dueño del viñedo está de acuerdo, pero ¿qué tan paciente será?

La Cuaresma puede ser un tiempo muy fértil para el cambio y un nuevo comienzo.  Incluso si durante el año no hemos sido muy diligentes, tenemos razones para esperar que si escuchamos el llamado de Dios y cultivamos el suelo del arrepentimiento, Él nos ayudará a convertirnos en los santos que El quiere que seamos.  Lo que podemos hacer nosotros es deshacernos de algunas de las distracciones diarias que nos atan y ponen en riesgo nuestras vidas y nuestra oración.  El arrepentimiento nos liberará  y nos llevará a estar más cerca de Dios.  También debemos animar a otros con nuestro buen ejemplo.  No es tarde para cambiar, para comenzar de nuevo, para aprovecharnos de otra oportunidad de dar fruto.  Con una renovada esperanza y con la gracia de Dios, podemos cambiar lo que necesita cambiar y encaminarnos hacia la tierra prometida de la Pascua.  Dios verá que estamos intentando, por lo que no tendrá que preguntarse: ¿Qué tan paciente tengo que ser?

Por último, escuche las reflexiones del Obispo Plácido Rodríguez de la Diócesis de Lubbock TX en el Retiro Cuaresmal Radiofónico de Franciscan Radio. Presione "play" en la imagen que aparece a continuación.